Empieza diciembre y, junto a las fiestas y cierres de ciclo, llega también, el balance de fin de año. Pero, mientras que en el ámbito individual o familiar es muy útil para sopesar aciertos y desaciertos en pos del crecimiento personal, cuando se trata de las organizaciones, puede transformarse en una poderosa herramienta para reacomodar equipos de trabajo y maximizar el rendimiento en los meses que vendrán.
Por eso, aunque siempre es positivo reflexionar sobre lo acontecido, para que el balance de fin de año sea genuino y, sobre todo, útil, debe sostenerse en tres pilares: incluir el año completo y no solo los últimos meses más frescos en la memoria; estar equilibrado considerando por igual diversas áreas; y fundamentalmente, ser constructivo.
Surge entonces, un interrogante central: ¿Cómo se consigue hacer una correcta formulación del balance de fin de año? Averígualo en este artículo.
¿Por qué hacer un balance de fin de año?
Para comenzar, es importante conocer la importancia de este proceso. Por definición, un balance supone un examen de situación en el que se evalúa el peso que las acciones de una persona o grupo, han tenido en sus resultados. Es decir, es una reflexión y puesta en perspectiva de lo realizado durante cierto período de tiempo; en este caso, un año laboral.
Así, se puede aprender de los errores, encontrar oportunidades de mejora y reconocer aciertos que ayudarán a la compañía a reposicionarse para lo que vendrá.
Pero, pese a todos los aportes que puede generar, el balance de fin de año nunca está del todo libre de posibles frustraciones por los objetivos que no se han cumplido. En consecuencia, más que desde una mirada negativa por los propósitos de año nuevo que han quedado sin resolver, lo más valioso emerge cuando el foco recae en todo lo que sí se logró o, mejor aún, cuando se registra qué se siente y qué puede mejorarse a futuro.
En otras palabras, el balance de fin de año cobra su mayor valor cuando permite capitalizar las experiencias, de forma tal que el saldo sea positivo, indica en Linkedln, el coach especializado en CEOs, Daniel Colombo.
El valor humano de cerrar
Entre números y rendimientos, muchas veces las organizaciones dejan en segundo plano (¿y olvidan?) que los seres humanos necesitan “cierren”. Como advierte la coach y autora Melina Jajamovich, en un artículo para LinkedIn, estos contribuyen a:
- Evitar que los colaboradores se abrumen con los pendientes, lo que genera ansiedad.
- Generar aprendizajes, que se logran al “parar la pelota”, registrar y reflexionar.
- Establecer nuevos comienzos (“Fresh starts”), para que no sea todo un continuo.
Pero, para que esto sea posible, indica la experta, se requiere de un tiempo específico para analizar:
- Lo planificado y lo emergente;
- El proceso y los resultados;
- El negocio y las emociones;
- Las personas, los equipos y la organización en conjunto.
¿Cómo se hace un balance de fin de año?
Lo usual es comenzar el balance de fin de año recordando qué se propuso para el año, y definiendo qué objetivos se cumplieron y cuáles quedaron pendientes. Sin embargo, hacer un examen constructivo comienza mucho antes, desde la posición en que uno se coloca para reflexionar: por ejemplo, podemos adoptar una postura proactiva o, más bien, victimista.
De igual modo, no se trata de negar o cambiar lo acontecido, sino de poner el acento en las variables sobre las que se puede incidir. Es decir, en todo aquello que se puede mejorar.
Con esto en mente, es tiempo de poner manos a la obra en el balance de fin de año propiamente dicho. Para ello, en un artículo para Gestiopolis, la especialista en escalabilidad de pequeños negocios, Gabriela Turiano, recomienda seguir 6 pasos, cada uno centrado en una pregunta clave:
- ¿Cuáles han sido los logros?
Esto requiere de reflexión. Y, especialmente si ha sido un año desafiante, puede resultar complejo responder esta pregunta. Ayuda, entonces, pensar qué se ha conseguido que otros, no. Asimismo, delimitar un logro para cada mes del año, incluso si es uno pequeño, puede contribuir en esta tarea.
- ¿Qué errores se han cometido?
Como dicen: “Si no te equivocas, no estás haciendo lo suficiente”. Errar es humano, por eso, el propósito en este punto no es machacar sobre los desaciertos, sino saber identificarlos y aprender de ellos, para que no se repitan. Así como en el paso anterior, lo ideal es identificar algo que podría haberse hecho mejor cada mes.
- ¿Qué no ha salido cómo se esperaba o se quisiera sea diferente?
Aunque en apariencia semejantes, este paso es diferente al anterior, ya que no se basa en los errores. Pueden haberse hecho las cosas de manera correcta y que, aun así, no resultaran como se esperaba. También de ellas se puede aprender, si se identifican sus causas y cómo uno podría haber influido sobre éstas.
- ¿Qué se ha aprendido de cada uno de los puntos anteriores?
Poder identificar y reflexionar sobre qué lección han dejado los aciertos, desaciertos e imprevistos, es la manera de capitalizar lo acontecido.
- ¿Qué acciones del año se quieren seguir potenciando y desarrollando?
Para hacer un balance de fin de año equilibrado se deben pensar en todas las dimensiones. Deben tenerse en cuenta, por ejemplo, las oportunidades de carrera, el entorno laboral, las formaciones y capacitaciones, finanzas, desarrollo y balance vida-trabajo, por mencionar algunas.
- ¿Qué cosas no serían posibles en el nuevo año sin las bases del que se va?
Muchas veces es una crisis la que nos lleva a salir del piloto automático, volver a tomar las riendas del cambio y dar el salto al siguiente nivel. Por eso, al hacer el balance de fin de año, es importante también, saber identificar qué crisis u oportunidades han surgido en los meses pasados, y que permitirán que el ciclo que comienza se acerque todavía más a la organización o al equipo que se quiere ser.

3 consejos para armar el mejor balance de fin de año
Quedó clara ya, la importancia de un buen balance de fin de año, y se delimitó una valiosa estrategia para concretarlo de manera constructiva. Pero, ¿cómo llevarlo al siguiente nivel? Los siguientes tips pueden ayudar a lograrlo:
- Enfocarse en metas reales y que dependan de uno:
El balance sirve como paso previo para establecer las metas del año siguiente. Por eso, además de ser un camino de aprendizaje, debe ayudar a establecer objetivos realistas, concretos, alcanzables y que no dependan exclusivamente del contexto o el azar para lograrlo.
- Re-significar:
Lo que sucedió ya no puede cambiarse. Sin embargo, los seres humanos contamos con la valiosa capacidad para re-significar lo acontecido. Por eso, no se trata tanto de qué pasó como una medida objetiva, sino de qué se hace con ello, qué se dice al respecto y a qué sentimientos se lo asocia. En definitiva, se trata de las interpretaciones que se hagan.
- Practicar la gratitud
Esto es fundamental, independientemente de lo sucedido. Y si bien es más sencillo agradecer por los ítems positivos en el balance de fin de año, cuando las cosas no marcharon como esperado, puede agradecerse por lo que se pudo, lo que se supo o lo que se logró “en lo vivido”. Ser agradecido depende más de la actitud que de los hechos concretos.

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FUENTES CONSULTADAS:
● GESTIOPOLIS. Cómo hacer un balance constructivo del año que termina
● INFOBAE. Las 7 claves para terminar el año de manera exitosa
● LINKEDIN. Fin de año: ¿balances sí o no?
● LINKEDIN. Ejercicios para cerrar el año
● PSICOLOGÍA MONZO. ¿Cómo hacer un balance de fin de año?
● PUNTUAL. Balance de fin de año