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Pandemials: una generación de jóvenes profesionales en crisis

Los jóvenes que están entrando al mercado laboral durante la pandemia se encuentran frente a un panorama económico y social poco alentador. Aquí, su situación actual y sus expectativas como ciudadanos y profesionales.

En plena cuarentena, los “pandemials” terminaron sus estudios. Sin toga, birrete ni fiestas presenciales. Y al buscar un lugar en el mercado laboral, se encontraron con un entorno deprimido: despidos, bajas de sueldo, vacantes en suspenso y una economía en crisis. A otros, la llegada del COVID-19 los encontró estrenando empleo, pero la emergencia sanitaria y la recesión se encargaron de ponerlos de primeros en la lista de “prescindibles”.

Pero, ¿quiénes son los “pandemials”? De acuerdo con el economista argentino Federico Domínguez, autor del libro La rebelión de los pandemials, se trata de los jóvenes “que están entrando al mundo laboral con la crisis del COVID-19”. 

Sin embargo, no hay consenso sobre el rango etario al que se refiere esta palabra. En el capítulo “Pandemials: juventud en una era de oportunidad perdida” del Reporte de riesgos globales 2021, el Foro Económico Mundial (FEM) habla de “adultos jóvenes, de 15 a 24 años, que “están experimentando su segunda crisis global en una década”, porque: primero, entraron a la juventud en medio de la crisis financiera de 2008, y ahora están saliendo a buscar trabajo en el comienzo de una pandemia. “Ellos se enfrentan a desafíos serios en cuanto a educación, prospectos económicos y salud mental”, advierte el FEM. Se trata de miembros de la generación Z, los llamados “centennials”, nacidos entre 1997 y 2012, según el Pew Research Center.

¿Cómo es el panorama laboral de estos profesionales?, ¿qué expectativas tienen en un mundo convulsionado como el actual? 

Con muchas dificultades

La organización Cuso Internacional reveló que una de cada seis personas entre 18 y 29 años quedó desempleada en América Latina y el Caribe desde el inicio de la pandemia. Las razones: fueron despedidas, las empresas donde trabajaban cerraron o tuvieron que dejar sus emprendimientos o trabajos informales, situación que, en algunos casos, las obligó a suspender sus estudios. 

A ello se le suma la dificultad de acceder a las clases online. El FEM indica que al menos un 30% de los estudiantes de todo el mundo carece de la tecnología necesaria para participar en el aprendizaje virtual, mientras que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) señala que una gran proporción de estudiantes en la región “cuenta con acceso deficitario al mundo virtual desde el hogar y con pocas o nulas habilidades para aprovechar este recurso”.

Además, la combinación de falta de trabajo y clases virtuales llevaron a millones de jóvenes a mudarse de vuelta con sus padres. En Estados Unidos, por ejemplo, datos del Pew Research Center muestran que, en febrero de 2020 (previo a la pandemia), el 47% de los individuos entre 18 y 29 años vivía con sus padres, pero en julio de ese mismo año (en pandemia) la cifra aumentó a 52%, un crecimiento equivalente a unos 2,6 millones de personas.

Para estos chicos, el futuro luce poco esperanzador. “Los jóvenes sin acceso a educación, formación y experiencia profesional no acumulan capital humano y se alejarán cada vez más del ámbito del trabajo decente”, concluye la investigación de Cuso Internacional, basada en datos de la CEPAL y la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Desilusión y ganas de cambios

Alejandro Mascó, socio de Faro HR Consulting y autor del libro Entre generaciones, asegura que terminar los estudios de forma 100% online y luego entrar a un mundo laboral 100% remoto está causando estragos en la capacidad de los jóvenes para adaptarse al entorno profesional. “El trabajo marca el comienzo de nuevas pautas y conductas de vida. Es muy formativo en cuanto a responsabilidades y relaciones con jefes y compañeros. No digo que no se pueda hacer de manera virtual, sino que estamos aprendiendo a hacerlo de esa forma”, indicó en una nota para Clarín.

Se habla también de la “desilusión de los jóvenes”. Para el FEM, más allá del ámbito económico, son notorias las desigualdades en cuanto a acceso a la educación, sistemas de salud, seguridad social y protección frente a la violencia y el conflicto: “El descontento ha sido evidente en el creciente número de movimientos dirigidos por jóvenes que han surgido en la última década: la Primavera Árabe, protestas por el calentamiento global y por la defensa de derechos civiles en busca de mayor igualdad social y racial”. 

Se trata de una juventud que se siente “traicionada” por la falta de acciones que han tomado generaciones anteriores para hacer frente a diversas problemáticas y amenazas globales (ver recuadro).

Al respecto, Domínguez afirma: “Es una generación con fuertes valores éticos y conciencia ecológica, debido a que nació sabiendo que el planeta estaba en riesgo. Encontrarán sociedades marcadas por la inequidad, el fin de la meritocracia, la soledad, el automatismo digital, el agotamiento de los recursos naturales y diversas crisis ambientales que afectarán la vida en el planeta”.

Los riesgos que avizoran

Una encuesta elaborada por el Foro Económico Mundial en 2020 encontró que los jóvenes consideran que las principales amenazas globales son:

1 – El clima extremo, la pérdida de la biodiversidad, el daño ambiental causado por el ser humano y las acciones fallidas para hacer algo al respecto.
2 – Las enfermedades contagiosas.
3 -La concentración digital del poder.
4 – Las fallas de ciberseguridad.
5 – La crisis por el sustento económico.

Epidemia: salud mental comprometida

La suspensión de clases presenciales y el distanciamiento social durante la pandemia han dejado secuelas profundas en niños y jóvenes de todo el mundo. A tal punto que el FEM ya habla de una “epidemia” de ansiedad y soledad. De acuerdo con una encuesta realizada por el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos en julio de 2020, uno de cada cuatro jóvenes adultos, de entre 18 y 24 años, afirmó que había considerado el suicidio. 

“Es probable que los miembros de la generación Z estén solteros y atravesando los primeros años de sus carreras, lo que los hace más propensos a sentir el impacto del aislamiento, a tener dificultades de motivación para el trabajo o a carecer de los recursos financieros necesarios para crear espacios de trabajo apropiados en sus casas”, explica Microsoft en el informe “Work Trend Index: 2021 Annual Report”. 

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Futuro laboral 

Si bien el panorama no es alentador, los centennials tienen grandes herramientas para encontrar su camino en el mundo profesional. En una nota de Forbes, la futurista Cathy Hackl recuerda cuán sumergidos en la tecnología han estado estos jóvenes desde su nacimiento: “En 1996, por primera vez se enviaron más correos electrónicos que correos por servicio postal en Estados Unidos. Se creó Ask.com y se introdujo Google al mundo. Y Craig Newmark convirtió la Craiglist en una página web”. 

Crecer en un entorno en constante desarrollo virtual tiene sus ventajas. “La generación Z entrará a la fuerza laboral entendiendo los mundos digitales y las tecnologías, y cómo regular su propio tiempo dentro y fuera de la realidad extendida (RX)”, que incluye la realidad virtual, aumentada y mixta. De hecho, un estudio elaborado por Dell indica que el 80% de los centennials aspira a trabajar con tecnología de punta y que 91% de ellos asegura que la tecnología haría la diferencia al momento de elegir un trabajo por encima de otro.

Hackl  resalta que, aun cuando estos jóvenes están entrando al ámbito profesional con menos experiencia que las generaciones anteriores —el FEM advierte que incluso los trabajos iniciales requieren más habilidades que hace una década y que la rapidez de los cambios en el mercado está haciendo que los jóvenes sean más vulnerables a contratos inestables y perspectivas limitadas de ascensos—,“ellos están más enfocados en hacer dinero”. 

Para que puedan lograrlo, hará falta el esfuerzo conjunto de compañías, gobiernos y colegas, dice el FEM: “Las escuelas y los empleadores deberán adoptar medidas para cerrar la brecha de género; por ejemplo, adoptar modalidades de trabajo flexible y remoto, asegurar que las mujeres puedan volver a la escuela o al trabajo después de largas ausencias para cuidar de otros”, y al mismo tiempo deberán fortalecer los canales de comunicación para permitir que las voces de estos jóvenes sean escuchadas, abordar las secuelas en su salud mental, garantizarles la posibilidad de expresar su opinión respecto a la necesidad de recuperación global que tenemos frente a nosotros y fomentar la transferencia de experiencia, habilidades y conocimientos entre generaciones.

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Fuentes consultadas

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